LUGARES DE MEMORIA

Estaciones ferroviarias

En la zona existían dos ramales de trenes de pasajeros y de trenes de carga: el  ramal del Ferrocarril General Belgrano (Estación San Pedro) y ramal Espejo del Ferrocarril Pacífico (estación Ing. Gustavo André). El ramal del ferrocarril General Belgrano era el ramal más largo del país que se dirigía hacia el Norte hasta Bolivia. Este ramal, construido aquí a principios del siglo XX, cerró alrededor del año 1993. Los trenes salían de San José, Guaymallén (estación Mendoza), en la esquina de Mitre y Godoy Cruz,  donde hoy se emplaza el Le Park. Por Lavalle, el trayecto continuaba por la estación El Vergel, seguía a Paramillo, luego a la estación km 1032 (Costa de Araujo), luego Estación Moluches (California), luego estación San Pedro, luego El Alpero, luego estación km 976 (San José) hasta llegar a la estación Resurrección en Lagunas del Rosario. El ramal del Ferrocarril Pacífico,  venía de Borbollón, seguía por Pastal, Jocolí Viejo, Villa, El Plumero, Costa de Araujo  y terminaba allí y que fue cerrado tempranamente, por los años 40’.  El ferrocarril era un  medio de transporte ligado a la prosperidad económica y el fortalecimiento de lazos sociales, entre ellos la actividad educativa. El tren era el medio de transporte de maestras y maestros hasta las escuelas .

El impulso de construcción de la estación ferroviaria de Gustavo André, hoy recuperada y  reacondicionada por la Cooperativa Altas Cumbres para otros fines, se dio de la mano de la necesidad de transportar la producción agrícola, principal motor de la economía local. La motivación inicial fue transportar hacienda hacia Chile, la cual llevaban arreando desde Punta de Vacas. De ahí la creación de la Estación dentro  del ramal Pacífico,  que conectaba con el ramal de Chile.

Estación ferroviaria Ing. Gustavo André. Hoy parte del predio de la Cooperativa Vitivinícola Altas Cumbres

La estación San Pedro se ubica algo alejada del pueblo (de hecho la estación pertenece a lo que hoy se considera distrito de Asunción) y se emplazaba en paralelo al río Mendoza. Luego del cierre del ramal Pacífico, a esa estación llegaban las maestras en tren. Para llegar allí había que cruzar el río Mendoza.

Antigua farmacia, Almacenes, pulperías-bares, pistas de baile, cine.

 Entre los años 30’ y 50’ Gustavo André contaba con farmacia, varios almacenes,  bares y escenarios/pistas de baile.

 La farmacia se construyó hacia fines de los años 40’ junto con la sala de salud y se ubicó en principio sobre calle Moyano (en este local hoy funciona una peluquería). Por el año 1951 se trasladó al edifico donde funcionaría hasta el año 1990,  en la esquina de Cortadera y Moyano (hoy allí se encuentra un negocio). El dueño de la farmacia era Lopez. En materia de salud, el doctor Domingo Sícoli es recordado con mucho  respeto y afecto, aludiendo a que “iba casa por casa a atender a la gente, era el médico del pueblo”.

Local donde funcionó por primera vez la farmacia, antes de trasladarse a la esquina de Cortadera y Moyano.

Las pistas/escenarios de baile eran la  del Cine Teatro Colonia, la de Venturín, la del club La Cortadera,  la del club Cultural y la del galpón de la escuela Arrieta (aquí la cooperadora organizaba fiestas para recaudar fondos). Respecto de los bailes Nené Demonte André recuerda una anécdota que siempre le contaba Vicenta Gonzalez y su hermana y es que ellas venían del fondo de la Moyano en alpargatitas. Cuando llegaban al galpón de la escuela Arrieta, detrás de los yuyos que allí había, dejaban las alpargatitas y se ponían los tacos altos.

Los almacenes eran varios. Uno era Quesada (esquina de calle Cortadera y Gustavo André, donde hoy se aprecian sólo las ruinas), con productos finos e importados. En ese almacén se compraba paté de foie francés en esterlinas de porcelana, telas y lanas inglesas para tejer, aceites franceses y españoles, anchoas y atún españoles, todo importado, tenía váscula; este almacén fue el primer lugar donde funcionó la oficina de correo (la cual luego se traslada a lo de Vera).

Otro almacén se encontraba en la curva de Altas Cumbres, que era la bodega de Luis André. El otro era el de  Luigi Anelli, el cual se encontraba en  frente y cuya familia le daba pensión a los choferes de los ómnibus ( había un omnibus que llegaba al mediodía y a la tarde salía a la ciudad, y otro llegaba a la noche y salía a la mañana temprano para Mendoza; los choferes se hospedaban allí. También se recuerda el almacén de Doña Dora Martin como uno de los más antiguos que sumaba también la panadería de su esposo don Enrique Sangrandi. Aquí se carneaba y se vendían jamones y embutidos en general. Tanto Rubén Vera como Enrique Saúl ( “gringo”) Chacón recuerdan los jamomes colgados al ingreso del local, y la singularidad de su sabor puesto que se ahumaban con el humo del horno de la panadería.

Nené Demonte André recuerda una anécdota que siempre le contaba Vicenta Gonzalez y su hermana y es que ellas venían del fondo de la Moyano en alpargatitas. Cuando llegaban al galpón de la escuela Arrieta, detrás de los yuyos que allí había, dejaban las alpargatitas y se ponían los tacos altos.

Casona del antiguo Almacén de Doña Dora.

También se encontraba el almacén de Rodríguez, en calle Moyano casi en el cruce con la hoy ruta nacional 142, donde se vendía hasta cuchillos y balas (este almacén luego pasó a mano de Perez y luego a manos de Mateo. El almacén de Rodriguez era muy concurrido por la gente oriunda del campo, quienes llegaban con las tropas de carros con leña y madera y se hospedaban allí, en los mismos carros. Para algunos lugareños este bar tiene por lo menos 200 años y fue la primer casona construida en adobe (adobones). En ese entonces la calle Moyano era solo una huella bordeada de algarrobos que había que ir cortando para generar el paso.  Este bar funcionó hasta el año 2005. Durante sus dos últimos años de vida, donde se armaban grandes guitarreadas, lo atendió Sergio Raúl Jofré, quien actualmente posse su propio bar con cancha de bocha en la vereda de enfrente, donde reside.

El almacén de Rodriguez era muy concurrido por la gente oriunda del campo, quienes llegaban con las tropas de carros con leña y madera y se hospedaban allí, en los mismos carros. Para algunos lugareños este bar tiene por lo menos 200 años.

También contaba con el almacén de Ramos Generales Venturín, al lado del cual se emplazaba una gran pista de baile, a la cual llamaban “La movediza”, según algunos y “Quita pena”, según otros, porque se iba a divertirse. Esa pista recibió a reconocidos folcloristas cuyanos. Según relata Ruco Jofré, en la pista se bailaba rancheras, paso doble, bals y tango.  Ruco recuerda que los Nievas bailaban tango. Originariamente toda esa propiedad fue de Adolfo Rei, quien la vendió a Emilio Fernandez (quien a su vez era propietario de la Ramada del Indio), quien a su vez lo vendió a Venturín. En el año 1978 este almacén fue alquilado por la familia Righi (la cual comienza a trabajar en el lugar como contratista) y años después fue comprado para levantar el supermercado hoy denominado “Portal del Norte”. Antes de levantar el actual superpermarco el almacén era una casona de quincha rodeada de habitaciones y ranchitos de quincha.

Entre los bares se encontraba también La Cantina Vieja, en calle Cortadera,  “La Ramada del Indio” (de Don Pedro Moyano) -ubicada frente al cine en la esquina de Moyano y Cortadera- la cual contaba también con cancha de bocha,  la PulperíaBar Carrizo -al lado del cine- y  El Tachuela; entre éstos quedan en algunos casos sólo las ruinas. El único Bar que se mantiene desde aquella época es el Bodegon El Tachuela.

“La  Cantina” era una cantina con ramadas y almacén de ramos generales ubicada en la finca La Cortadera.  Se cuenta que la cantina recibía mucha gente proveniente del campo, quienes se quedaban a tomar y a “farrear”, a veces hasta una semana entera, “hasta que se les terminaba el dinero”. Aquí queda el recuerdo de una “riña” a cuchillo en la cual falleció un hombre.

 Otro almacén importante era el almacén y bar  Calderón. Calderón era en principio un Bar ubicado en el cruce de Felipe Peña y Cortadera, que funcionó hasta el año 1968 al que luego se le anexó también un almacén.  Los creadores  del bar fueron José (Pepe) Calderón y Trinidad Sanchez, padres de Quitito, Chiquito, Trinidad y Manuel Calderón y abuelos de Manolo Calderón, quien hoy reside allí, en una casa construida donde se encontraba el depósito del almacén. Con la muerte de Don José Calderón, el Bar se cierra y sólo continúa funcionando el Almacén, a cargo de Manuel Calderón hasta el año 1981, año en que fallece y toma la posta Estefanía Kosmac, su esposa, hasta el año 2012 (momento en que cierra) y quien actualmente reside en Costa de Araujo.

Frente del antiguo Almacén Calderón

Originariamente, alrededor del año 1939  estaba emplazado donde hoy se encuentra lo que se llama “la curva”. En el año 1947 se trasladaron a la casona actual, ubicada en la esquina de Cortadera y Felipe Peña. Allí, disponían de mesas y sillas sobre la vereda.

Por estos años se inauguró   el “Cine Teatro Colonia”, nombre que referenciaba al lugar tal como se lo denominaba en aquellos tiempos. Fue construido alrededor del año 1940 por Enrique Albacete.  Se lo recuerda como un cine-teatro de lujo, al estilo de los grandes cines urbanos de la época, con escenario, telón de terciopelo rojo, pista de baile, alfombra roja, butacas de cuero (únicas en la zona, puesto que en otros cines los asientos eran de totora) y ventiladores.

Al lado del cine funcionaba  la pulpería, el “Bar Carrizo”, también llamado “Bar La Colonia”, construido por Enrique Albacete y atendido en sus inicios por su esposa  Teresa Francisconi. Luego pasó a manos de Carrizo y pasó a ser atendido por  su sobrina, “Pirula” Moya Carrizo (esposa de Tino Bandera). En este bar se jugaba a las cartas por dinero. No faltan las anécdotas sobre los que siempre quedaban tumbados en la vereda por las “borracheras”. También funcionaba como almacén.  Allí había billar. Se jugaba siempre al billar. 

Al lado del bar se edificó una especie de hostería constituida por varias habitaciones.  (hoy viviendas particulares). La hostería contaba con 5 habitaciones, las cuales se usaban también como vestuario para artistas que presentaban funciones en el teatro. Los viajantes de comercio que iban a vender a los negocios, comían allí y se hospedaban en esas habitaciones.

Antiguas habitaciones de hospedaje, hoy viviendas particulares

Bodegas y fincas antiguas.

Gustavo André  se destaca por sus fincas y bodegas antiguas. Tal como relatan los “antiguos”  cada finca tenía su “bodeguita”, su cantina y su club, y en casos, su santurio con virgen. Las fincas se llamaban por los apellidos de los dueños. Las bodegas antiguas principales fueron Piovera, Luis André y La Cortadera, en ese orden de creación. 

La finca La Cortadera fue comprada por Millán en el año 2011.  Inicialmente fue una gran estancia que contaba con una importante bodega, hoy recuperada y ampliada bajo la firma de cooperativa Norte Mendocino. A esa bodega llegaba la uva traída en carros. Su dueño era Andrés Consia, porpietario a su vez de la fina de El Quince. Consia y Rei eran socios, y fueron quienes hicieron el loteo de esta finca.

La finca tiene una extensión de 1387 hectáreas, de las cuales sólo 70 están en producción: 50 hectáreas de viña y 20 hectáreas de pistacho. El casco  cuenta con una añeja arboleda de eucaliptus, una antigua casona (cuyo primer dueño fue Osiri Salvo) y varias viviendas dispersas  todas construidas en quincha, que tienen más de 70 años.  Hay muchas historias sobrenaturales  en este lugar, como por ejemplo anécdotas que refieren a la aparición repentina de silbidos o a alguien que irrumpe para cachetear.

 Otra finca que se destaca y que preserva su casona antigua es la finca “La milagrosa”, sobre calle Cortadera. Es una finca que se encuentra sobre el antiguo camino de ingreso a Gustavo André, por las Puertas negras. Tiene una arboleda añeja y un pequeño centro ceremonial que venera a la Virgen de Los Milagros.

Arquitectura en barro: quinchas, casonas, chalets antiguos.

Gustavo André es destacado  por sus construcciones en quincha y adobe, cuyas paredes llegaban a tener 40 centímetros. Entre algunas pocas casonas de adobe  y los chalets que hizo construir Don gustavo André, hasta entrados los 80’ contaba sólo con casas de quincha dispersas en la intersección de las calles Moyano y Cortadera. Entre estas construcciones se recuerda la cantina “La ramada del Indio”, la cual estaba construida toda en quincha  y techo de totora.

El distrito conserva casonas y casas antigüas. Se peservan algunas de principios de siglo XX y la mayoría datan de los años 40’ y 50’. Se encuentran construidas con caña y barro,  adobe  y quincha.

Las principales casonas antiguas son las del mismo fundador de la colonia, Ing Gustavo André, cuya finca hoy está a cargo su nieto, Demetrio André.

Casona de Gustavo André.

También se aprecian hoy  las dos casonas de quincha y adobe donde funcionaron las primeras escuelas en el lugar. Uno de estos chalets,  antigua propiedad de Adolfo  Rei, tiene alrededor de 100 años de antigüedad. El predio donde se ubica mantiene un añejo eucaliptus, de más de 100 años también; incluso hay quienes indican que puede llegar a tener unos 200 años de antigüedad. Don Vera lo recuerda desde su niñez como ya viejo.

El chalet donde funcionó la escuela ingeniero Gustavo André, originariamente de Nicolás Jenesen,  fue comprado por Roberto Domingo Cipolletta, en el año 1972. El chalet conserva toda la infraestructura original en un excelente estado: el techo, las chapas, las aberturas, el mosaico.

Antigua escuela 172, hoy denominada Ing. Gustavo André.

A estos chalets se suman la casona de quincha de Enrique Albacete –quien  residía en una casona de quincha detrás del cine, construida en las primeras décadas del XX y que aún se conserva-  y la casona de adobe de los  primeros propietarios del antiguo almacén Rodriguez.

También se destaca por su antigüedad y arquitectura la casona/almacén/bar de Manuel Calderón, de anchas paredes de adobe, dos habitaciones en quincha  y aberturas de tipo colonial color verde, la cual cual fue construida en el año 1947.

Frente de antiguo Almacén/Bar Calderón

Le siguen varias casas  construidas en los años 50’ como la de Ruben Vera, residencia heredada de su padre Francisco Vera, quien la hizo construir a través de un préstamos hipotecario en el año 1951.  El escenario y cancha de bocha del Club Cultural también están construidos a base de adobe y barro respectivamente y datan de aquella época. También se preserva la pequeña construcción que hizo construir Rei para correo, el cual terminó funcionando en la casa de Vera.

Tambien de esa época son las viviendas  donde  funcionó la farmacia de Lopez en la calle Moyano y en la esquina de Cortadera y Moyano   y   las casas de finca de la calle Moyano en dirección al oeste entre las que se destaca  el chalet de la esquina de  calle Moyano y Piovera, construido por los años 45’, con paredes de 30 centímetros de ancho, el cual fue propiedad de Antonio Rei y luego de la familia Gagliano-Demonte.

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