COMUNIDAD HUARPE ELÍAS GUAQUINCHAY «RETAMO»

Retamo es el nombre de un paraje donde por el año 1998 la población se nuclea jurídicamente como «comunidad Huarpe». Unánimemente se decide denominar a dicha comunidad como «Elías Guaquinchay», por ser la persona más antigua en el lugar que se recuerde y cacique de la zona, a quien no se le conoce un lugar fijo donde residía sino que aparentemente se trasladaba de un lugar a otro.  La comunidad está conformada por cerca de 90 familias. “Retamo” fue el primer paraje central de todo el distrito de San Miguel. 

Enripiado de ingreso a Retamo, ruta provincial 51.

En Los Ralos funcionó el primer destacamento policial,  el Juzgado de Paz, el registro civil  y la primera escuela de la zona. La casona donde funcionaban estas instituciones tiene más de 150 años y aún se conserva intacta. Entre los años 1958/59 lo trasladan al paraje El Retamo propiamente dicho. Por esa época una sociedad anónima compra toda esa zona y dona el terreno para el destacamento.  Según Adolfo Garro, los primeros que trabajaron como policías en Los Ralos fueron Liberato Guiroga, Delfín Gil y Mercedes Sosa. Aquí en Los Ralos funcionó también una pulpería. Según cuenta Adolfo Garro, quien trabajó siempre en el destacamento policial, Los Ralos ha sido un lugar de gran peso político. Su abuelo le contaba que « los políticos juntaban los DNI y los llevaban para emitir el voto ».

La comunidad recuerda con respeto y orgullo al “Gran Maestro”  Cardenio Rosario Otazúa, quien fundó la primera escuela. Además de su labor como maestro, Cardenio Rosario Otazúa ayudó a los pobladores, llevó a accidentados a los hospitales de San Juan y Mendoza, atendió a enfermos y asistió partos. En 1960 fundó la Unión Vecinal, impulsó la construcción del centro de salud y la llegada del avión sanitario, logrando que se construya la pista de aterrizaje. También hizo construir un local para la escuela en reemplazo del “rancho”. Se jubiló en 1981, pero nunca abandonó el lugar ni renunció al dictado de clases particulares de manera gratuita. Vivió en El Retamo hasta su muerte, donde descansan sus restos.  

En El Retamo funcionó un registro civil, una oficina de SENASA,  una oficina de Parques y Bosques y un correo, lo que se ha denominado «Estafeta Postal», la cual funcionó por lo menos desde los años 1940, de lo cual queda registro evidente. Primero estuvo a cargo de la  familia Anaine, una familia turca que se instaló en el lugar; la estafeta pasó luego a manos de Elina Quiroga y luego fue delegada a su hijo Héctor Sosa, quien se desempeñó como jefe de la estafeta durante 36 años, desde el año 1983 hasta su cierre en el año 2018. Fue la última estafeta que se cerró en todo el país. Hector Sosa conserva todo el mobiliario e instrumental del correo: el buzón, la balanza donde se pesaban las cartas, sellos antiguos (uno de ellos de plomo), recibos de encomienda

También aquí se emplazó un Almacén de Ramos Generales/pulpería que fue instalada por una familia turca, la familia Anaine; este fue el primer lugar donde funcionó el correo. Este almacén fue el primero de la zona. Fue construido por el año 1935 aproximadamente. De esta construcción antigua quedan vestigios. La familia Anaine era dueña también de una carbonera. La leña y carbón era comercializada a través del propio almacén.

La comunidad preserva también la casona donde vivió el cacique Elías Guaquinchay y su linaje, tal como su hijo Juan Rosa Guaquinchay y la hija de éste y nieta del cacique, Juana Rosa Guaquinchay, quien aún vive. Juana Rosa Guaquinchay tiene 87 años y reside en el puesto El Chivato. Su padre Juan Rosa Guaquinchay murió a los 116 años, en el año 1999. Su casona fue heredada de su madre, Saturnina Guaquinchay. La casona tiene cerca de 200 años de antigüedad. A la zona donde se ubica esta casona le llaman “la Quinta”, puesto que era una gran chacra donde se sembraba trigo, algodón, maíz y melones.  Por aquellos tiempos “había mucha chacra” y el río era muy profundo, afirma doña Guaquinchay. Y recuerda que su abuela Saturnina Guaquinchay elaboraba mucho queso de vaca. 

Casona de Juan Rosa Guaquinchay.

Según cuenta Juana Rosa Guaquinchay, su padre fue comisario y tenía muchas vacas, ovejas y cabras, llegando a tener unas doscientas. Juana Rosa afirma que su abuelo Elías Guaquinchay fue un cacique dueño de todas esas tierras, el “dueño de todo el Retamo” y quien “tenía muchas vacas”. Es creencia del lugar que Elías Guaquinchay está enterrado en el cementerio del Retamo.

Como en toda la zona del campo, hubo aquí obrajes de extracción de leña y carboneras, hacheros y carreros. Una de las carboneras principales se denominaba Los Taciales, nombre que hoy lleva ese lugar. Gomez, Labanca, Maldonado estaban entre los que explotaban la leña y tenían carboneras.

Tal como lo recuerda y añoran nativos y nativas, en aquellos tiempos habían chacras inmensas, con mucho trigo, melón y sandía. El trigo era transportado hasta Asunción en carros; la gente lo recuerda como un oasis hasta los años 80’, donde en épocas era frecuente que se inundara; había creciente anualmente por lo que era necesario trasladarse. Había mucho guanaco y avestruz así como mucha leña; solía hacerse lo que se llama la “chaya”, que es una comida elaborada con avestruz; todos andaban en burro y caballo y se sabía “quesear” como denominan los y las nativas. También recuerdan que era muy frecuente enterrar el dinero, así algunas familias han encontrado mucho tiempo después, billetes y monedas antiguas. 

El Retamo desde historias de vida

La gente de mayor edad que actualmente vive son Ceferino Ponce (esposo de Rosario Garro), Adelina Godoy, Juana Rosa Guaquinchay (puesto El Chivato), Evaristo Ponce, de menor edad Adolgo Garro y Rosario Garro. Los actuales herederos del cacique Guaquinchay son Evaristo Ponce (quien es hijo de Pedro Guaquinchay,  sobrino de Juan 

Tiófila Lencinas tiene 98 años, vive en el puesto Los Blancos.  Tiene muchos recuerdos de la cantidad de animales que tenìan, de toda la leche que sacaban para hacer quesillo; también cuenta como se hacía el arrope de chañar, que se juntaba mucha algarroba para tener para los animales “se hacía una ramada y se ponía arriba para que se seque para darle de comer a los animales cuando habían malos años y los animales no tenían para comer”, afirma.  Según cuenta Tiófila, se hacían las chacras con palos de algarrobo y las ramas de algarroba, las cerraban todas; se hacían muchas ramadas para tener algarroba en bolsa, de reserva. Se sembraba de todo, sandía, melones, choclo, zapallo. Tiófila cuenta que el agua escaseaba, que se traía agua en carretelitas, que la gente pedía agua en Los Blancos:  iban a pedir en carretelitas agua en tinajas. Esa agua se tomaba para consumo propio y para regar la chacra. 

Ceferino Ponce tiene 85 años; tuvo 11 hijos. Es artesano en cuero y además de atender a los animales se ha dedicado a hachar leña. Ha sido cantor y guitarrero también. Vive con su esposa Rosario Garro, también artesana.

Juana Cruz Caña tiene 85 años. Es nacida y criada en El Retamo.  Ella recuerda los tiempos de cómo iba a juntar leña de a pie para luego apilarla al costado del camino para cuando venía el camión a buscarla; también quemaba carbón junto con su marido. Ella ha hilado y tejido mucho hasta los 80 años, teniendo que suspender la actividad por problemas en la vista. Cuenta que el almacén más grande del lugar era el de los Anaine; allí dice “tenían pilas de madera de algarrobo y bolsas de carbón para vender”; había mucha leña e incluso “venían a trabajar de La Rioja”. y agrega que se vendía mucho cuero, que no se desperdiciaba nada de los carneos. “Se pillaban las iguanas, el zorro, el gato de monte, el chiñe, todo para vender el cuero”, afirma.

Evaristo Ponce, hijo de Pedro Guaquinchay, tiene 84 años y conoce muchas historias del lugar; entre ellas recuerda la cantina/bar que había en Los Ralos, a cargo de Nuñez; cuando él era niño ya estaba, de modo que debe remontarse por los menos a los años 40’. También recuerda que Juan Rosa Gauquinchay tenía una quinta con frutales,  por lo que la zona ha sido llamada La Quinta.

Adelina Cleotista Godoy tiene 79 años. Fue enfermera durante 50 años. Vivió en Arroyito y llegó al Retamo asumiendo como enfermera el 15 de marzo de 1966. La sala de primeros auxilios en aquellos tiempos era una habitación de adobe; esa misma habitación fue su vivienda. Adelina Godoy formó matrimonio con el maestro de escuela Carmenio Otazúa hasta su muerte en el año 2003. En su rol de enfermera, asistió muchos partos y heridas de gravedad, Entre éstas recuerda el caso de un hombre de 40 años que trabajaba en los obrajes de leña y que llevaron a la sala de primeros auxilios con su mano envuelta y un dedo amputado por un hachazo.  Actualmente está bajo cuidado de Teófila Caña.

Rosario Garro tiene 72 años  y se destaca por la elaboración de quesillos. Además ella  trabajó en la pulpería de los turcos. El padre de su hermano por parte de madre, era Jorge Anaine, hermano de Elías Anaine.  Según cuenta Rosario, su madre Margarita Caña, fue empleada de la pulpería y ella le ayudaba en los carneos. Recuerda que se carneaba de todo como  chanchos, chiñe y se vendía todo; no se desperdiciaba nada; se vendía mucho el cuero de zorro, de chiñe. Además del cuero se vendían palos y leña que venían a buscar en carretela; también  ropa, zapatillas, alpargatas; de alimentos se vendían ciruelas, frutos secos,arrollados, chorizos, morcillas, dulces, verduras, leche condensada; todo en latas grandes. Recuerda que tenía los estantes y cajones llenos de mercadería. Además habían mesas y sillas donde se jugaba a las cartas, a la escoba.

Como otros nativos y nativas recuerda con nostalgia los tiempos en que había mucha agua; momento en que en lo que le llamaban “La quinta” (chacra de Juan Rosa Guaquinchay)  se sembraba algodón, trigo, melones, maíz. 

Adolfo Garro, de 71 años y apodado «El Tata», es nacido y criado en El Retamo. Además de atender su puesto de cabras es artesano en cuero. También prestó servicio en el destacamento policial desde el año 1976 hasta el año 2000.

Adolfo Garro cuenta que por el año 1948 arribaron al retamo unos turcos, Elías y Jorge Anaine, quienes instalaron el Almacén de Ramos Generales, el cual proveía a todo San Miguel. Según cuenta don Garro, el primer maestro, Rosario C. Otazúa,  llegó en el año 1946, un maestro muy comprometido cuya memoria se honra al denominar la biblioteca local con su nombre. En ese mismo año 1946 comienza a funcionar la escuela nacional n°187, anteriormente emplazada en Los Ralos. También recuerda que donde hoy se encuentra el destacamento policial, había un bar de Miguel Labanca, « donde se juntaban a farrear con guitarras » ; ese bar funcionó hasta el año 1964. Miguel Labanca también tenía carbonera. Labanca y vecinos trajeron el registro civil, la estafeta postal (el correo) y el destacamento policial; todos funcionaron primero en Los Ralos. Don Garro afirma que en el lugar donde funcionó la escuela antiguamente, hay un algarrobo añejo que tiene más de 300 años de antigüedad.

Su padre, Rosa Garro trabajó como «panteonero» ad-honorem durante 63 años, hasta que murió en el año 2012. También fue carrero; transportaba la mercadería hasta Desaguadero.

Un hábitat diverso

Actualmente El Retamo cuenta con escuela primaria, centro de salud, club, destacamento policial, biblioteca y espacio comunitario. La biblioteca « Maestro Rosario C. Otazúa » lleva el nombre del maestro que cumplió funciones en la escuela hace tiempo atrás y que es muy reconocido y respetado en el lugar.

La zona cuenta con un pozo comunitario de más de 70 años, el cual no requiere bomba para la extracción de agua salvo para ser trasladada. Este pozo provee de agua a los animales.

La base de producción económica de la comunidad es la ganadería caprina, vacuna y ovina. La unidad productiva es el «puesto», con su respectivo corral, por lo general construido de manera artesanal con palos de algarrobo.

Corral de cabras con chivatos y corral de vacas

Hay 3 almacenes y uno de ellos funciona también como resto-bar, el Bar El Rafa, el cual ofrece bebida y comida. El almacén de Margarita Caña y José Guaquinchay vende también pan casero. También en el puesto de Hector Sosa se vende bebida y comida como pollo, milanesa, choripanes y pizza. 

Almacén/Bar  El Rafa

La comunidad del Retamo se encuentra conectada por huellas, transitables en camioneta, a caballo o a pie. La flora característica es el algarrobo, el chañar, el retamo y arbustos diversos, entre los que resalta la jarilla.

Chañar florecido

El lugar preserva algunas casitas edificadas en quincha, como la de Zulema Barroso, quien nació y se crió en un ranchito de quincha, el puesto “La sepultura”. Esta casita fue construida por su abuelo, Pedro Barroso. Otras casas antiguas son de adobe. Muchas viviendas tienen su cocina a leña en su interior. Antiguos carros se mantienen a la sombra de algún árbol. Hay una familia que preserva un antiguo filtro de agua hecho con tinajas de barro. Este filtro fue de Leandro Guaquinchay, suegro de Adolfo Garro, quien actualmente lo mantiene en uso. Muchas familias usan el caballo como único medio de transporte. Se aprecian árboles añejos.

Puesto La Sepultura. Ranchito de quincha de Zulema Barroso

Cocina a leña y ollita de hierro.

Filtro de tinaja  de barro

Puesto Los Husos, donde vivió Pedro Guaquinchay, su hija Simona Guaquinchay y su hijo Lucas Caña

Cuenta con varias  represas naturales y una artificial, las cuales son embalses de agua de lluvia de verano. Cuando llueve en gran cantidad, la represa artificial tiene entre 9 y 13 kilómetros  de extensión. Por el otro lado de la represa  se edificó una pasarela en el brazo del río de Mendoza a los fines de posibilitar el cruce de mercadería y animales. Por ello este lugar se denomina “La Pasarela”.

Caballos acercándose a represa natural.

Represa natural

Represa artificial

La fauna representativa de la zona es el avestruz y se encuentran quirquinchos, mulitas, peludos y lo que llaman “el blanquito”. Con el avestruz se prepara la llamada “chaya”. Según narra Héctor Sosa, nativo del lugar, el armadillo negro junto con pata de guanaco, frotado en la cara, sirve para curar la parálisis facial.  

Avestruces

Zorro

Artesanía en lana,  cuero y junquillo

Entre las artesanas se encuentran Rita Marcela Caña, Verónica Marcela Naranjo, Raquel Guaquinchay, Liliana Fretes, Alicia Ponce, Rosario Garro

Verónica Marcela Naranjo es una artesana en lana que aprendió el arte de su abuela Demencia Zabala, a los 18 años. Confecciona peleros y vende por encargue. Su marido le arma los telares. Raquel Guaquinchay es artesana en lana de oveja y de llama; hila la lana, hace todo el trabajo hila y teje. Alicia Ponce tiene 58 años y es artesana en lana y cuero. Aprendió la técnica de una prima vecina del lugar.

Ovillos de lana natural,  hilados por Raquel Guaquinchay T

Quien ha sido una de las grandes tejedoras del lugar, ya fallecida, es la esposa de Adolfo Garro, doña María Guaquinchay. Ella tejía en bastidor pelers, alforjas, jergones, todo el conjunto para el apero que se usa en eventos como las fiestas patronales. 

Peleros, alforjas, pellones tejidos de María Guaquinchay.

Los artesanos en cuero son Luis Jofré, Adolfo Garro, Antonio Busto y Lucas Caña. Adolfo Garro confecciona lazos, riendas, cabezales, fusta, cinchas y pellones. Se trabaja el cuero de chivato curtido. 

Antonio Busto, artesano en cuero. 

Quien trabaja el junquillo es Luciana Jofré.

Canastos tejidos por Luciana Jofré

Producción orgánica y elaboración de productos alimenticios caseros

Algunas familias cuentan con huerta, como el caso de la familia Guaquinchay-Caña, cuya hija, Mélani Guaquinchay es la que está a cargo junto con su madre Margarita Caña. Han plantado lechuga, zanahoria, brócoli, perejil, rabanito, cebolla, acelga y remolacha. Al trabajo de huerta se suma la elaboración de pan casero y quesillo de cabra. Las comidas típicas son el chivo asado, la carne a la olla, los pasteles y la sopaipilla. 

Club Atlético El Retamo 

Se crea alrededor del año 1981. La actividad deportiva que se lleva a cabo es el fútbol. El club funciona como un salón comunitario para eventos, cumpleaños, reuniones de la comunidad, encuentros de comunidades ; también allí funciona la escuela primaria de adultos.

 Fiesta de la Virgen de la Merced

La fiesta de la Virgen de la Merced se realiza el 24 de septiembre. Como en todas las fiestas patronales, se realiza  una procesión integrada fundamentalmente por la gente del lugar. La fiesta dura tres días consecutivos, en los cuales la gente recorre los bodegones donde se ofrece comida y bebida y donde se arman guitarreadas.  

Capilla de la Virgen de la Merced

Guitarreros camperos

Los guitarreros del Retamo son José Guaquinchay, Jorge Ocaña, Carlos Fretes, Evaristo Ponce y Ceferino Ponce.

Los Trovadores huarpes. Guitarrero primera voz Jorge Ocaña, segunda voz José Guaquinchay primera guitarra Francisco Germán Guaquinchay.